Subir el Chirripó: lo que llevé, lo que aprendí y lo que la montaña me enseñó
Junio me recibió con su lluvia imparable, esa que moja sin avisar y a la vez limpia todo eso que pesa. Había escuchado tanto del Chirripó, que era durísimo, que se sufría, que iba gente preparada y otra no tanto. Pero decidí probarlo por mi cuenta, el estrés del trabajo me impidió prepararme como quería, así que tocó subir sin medir tanto y dejar que la montaña me mostrara lo que quisiera.
Cómo Subir el chirripó sin tour
Subir el Chirripó sin guía no es complicado, pero sí requiere paciencia. La parte más importante es reservar el ingreso al Parque Nacional a través del SINAC: https://serviciosenlinea.sinac.go.cr. Los espacios se agotan rápido, así que hay que hacerlo con bastante antelación. Una vez se tiene el espacio, se reserva el hospedaje y alimentación, se pueden ver los detalles en la página del consorcio: https://chirripo.org/servicios y la coordinación se hace por WhastApp +506 85498022. No sé por qué nadie habla de esto, pero la comida es deliciosa (yo no supero las albóndigas) y las camas super cómodas y calientitas. El día antes del ascenso, hay que ir a las oficinas del SINAC en San Gerardo de Rivas antes de las 4:00 p.m. y también a las oficinas del consorcio (que están al frente) para para reportar ingreso y confirmar el menú.
Nosotros llegamos un viernes en la tarde y dormimos en el Hotel Urán —justo frente de la entrada del parque— ellos dejan que los carros queden parqueados sin ningún costo extra. Al día siguiente comenzamos a caminar a las 5:30 a.m. El sendero está bien marcado y hacerlo por cuenta propia reduce costos y te permite ir a tu ritmo. Por lo general los tours salen a horas un poco más incómodas, ir por cuenta propia da flexibilidad.
Precio
Yo pagué un total de ¢72,053, distribuidos de la siguiente manera:
Entrada al Parque Nacional: ¢9,040 (por dos días para nacionales)
Hospedaje: ¢20,847 (por noche)
Comidas: ¢22,166 (desayuno, almuerzo, cena)
Hotel Urán: ¢20,000 (por noche, ¢40,000 por dos)
Qué llevar
Yo decidí llevar mi bulto, por eso ir liviana era prioridad. Ya tengo bien definido los snacks que me gustan cuando camino, y con la ropa he aprendido que las capas son la clave: poder quitar o poner según el clima hace que todo el recorrido sea mucho más cómodo.
Ropa (la que andaba puesta)
Camiseta sintética de manga larga como primera base (con protección UV).
Fleece y jacket impermeable (ambas a mano por si era necesario ponerlas de inmediato).
Pantalón ligero y encima pantalón impermeable (me compré uno en Decathlon por ₡5,000 que funcionó super bien).
Bandana para el frío y gorra para el sol.
Medias de merino y hiking boots.
Para dormir en el refugio
Licra térmica, fleece base de merino, jacket de plumas y medias calientes de merino.
básicos
Nalgene de 1L con hidratante natural (agua con limón y sal), solo 1 porque se recagar en el km 7, así también no cargaba de más.
Foco frontal, manta térmica de emergencia, guantes (no los usé, pero mejor tenerlos).
Medicamentos personales, cepillo de dientes y una cuchilla pequeña.
1 bastón (camino con uno solo, me gusta tener una mano libre).
Comida y snacks
Dos colados de bebé Heinz (son mi shot favorito de energía).
Dos barras de proteína y gomitas para el camino.
Pastillas de electrolitos.
Chips para la noche.
Lo que no repetiría: las barritas de proteína que lleven eran muy dulces y los snacks para picar en la noche. La comida del refugio es suficiente y deliciosa.
Mi experiencia en el ascenso
Comenzamos la caminata a las 5:30 a.m., el camino olía a tierra mojada y estaba frío. Paramos a comer algo en el kilómetro 7, donde también se puede recargar agua. Llegamos al albergue alrededor de las 11:30 a.m., almorzamos, descansamos un poco y a las 2:00 p.m. subimos a la cumbre. Duramos hora y media subiendo, sin prisa. De regreso, la lluvia nos alcanzó. Bajamos a paso constante, sin apuro, y al día siguiente salimos a las 7:20am y estábamos en el hotel a las 12:30 p.m. A las 5:00 p.m. ya estábamos en San José, tomando café. Más que cansancio, sentí gratitud.
Lo que la montaña enseña
El Chirripó me enseñó que está bien dejarse ayudar. Antes de llegar a la cumbre, ya cansada, le dije a Dani que quería devolverme. La cima se veía tan lejos (estábamos a 10min jaja), pero me ofreció cargar mi mochila y acepté. Fue un acto pequeño, pero me cambió el ritmo y el ánimo. A veces no se trata de ser fuerte e independiente, sino de permitir que alguien te aliviane el peso cuando te lo ofrecen.
También aprendí a no juzgar el camino ajeno. Ese día vimos a un chico subir en silencio, con un bulto enorme. No paró a comer, siguió bajo la lluvia y llegó al refugio pasadas las 8 p.m. sin hospedaje. Muchos lo criticaron por irresponsable, pero yo solo pensé: cada quien carga su propia montaña, visible o no.
Subir el punto más alto de Costa Rica, me recuerda que la montaña no premia la velocidad, sino la presencia.